Madrugada de un lunes en una
noche muy calurosa de verano, a las 2 de la mañana, no se oía ni un solo ruido,
la calle parecía estar muerta, ni el leve susurro del viento sonaba en aquella
que para mí era la mejor noche de mi vida. Sebas se encontraba dulcemente
dormido recostado sobre el sofá y yo con una mirada dulce lo miraba, tenía una
expresión en la cara que me tenía realmente fascinada, la relajación facial era
asombrante y ni que decir tiene la cara de felicidad, se deducía que lo que había
sucedido horas antes le había gustado, sin embargo a mí me faltaba algo,
habíamos hecho el amor pero me faltaba pasión por eso no me quedaría con los
brazos cruzados.
Mientras Sebas seguía durmiendo
yo aproveché para recoger el salón, limpié la mesa, fregué los vasos, apague la
tele y me dirigí a la habitación, sobre la cama estaba mi maleta abierta, así
que la recogí metiendo el ella todas las cosas que había sacado antes, justo
cuando estaba inclinada cerrando la maleta noté una mano que rodeaba mi cintura
y a alguien dándome besos, en la oscuridad pude distinguir que era sebas el que
me besaba suavemente, ya había descansado y ahora venía a por más.
Me cogió en brazos y yo con la
mano izquierda aparte de un empujón la maleta, que cayó al suelo bruscamente,
me separé de Sebas y levante de la cama, haciendo caer a él sobre la cama sentado en el borde, comencé a dejar caer una tiranta del camisón que fue acompañada por la
caída de la otra dejandolo caer al suelo y mostrando mis pechos, fue cuando le pregunté a sebas si le gustaba lo que veía; parecía
estar embobado, contestó que no le gustaba, le encantaba. Continué acercándome
a él y dándole besos por el cuello deje que mis manos entraran por debajo de su
camiseta para quitársela, dejando su torso musculoso al descubierto. Bajé besándole
el torso y cuanto más me aproximaba a su miembro viril la cara de Sebas
cambiaba, cada vez se le notaba más rasgos faciales de placer, me agache y quite sus
calzoncillos, su pene estaba erecto y feliz de verme, fue entonces cuando
agarré con mi mano derecha el pene y comencé a dar pequeños besos en la
puntita, poco a poco me metía más profundamente su pene y jugaba entre mis labios
y mi lengua con él. Después de un rato practicándole sexo oral me volví a
levantar y empujé a Sebas para que cayera tumbado junto a la cama y me monté
sobre él, aun llevaba mi pequeño tanga transparente, del cual Sebas se encargó
de quitármelo bastante rápido, deslizó su mano por mi cintura me bajó de encima
de él dejándome tumbada sobre la cama boca arriba, separó mis piernas y las
abrió comenzando a besarme desde los tobillos hasta que llegó a mi vagina, una
vez allí empezó a desplazar su lengua suavemente con movimientos circulares sobre
mi clítoris, se me escapaban gemidos incontrolables, de vez en cuando pegaba algún
que otro mordisquito sensual, con delicadeza y suave, yo me retorcía sobre la
cama, agarraba fuertemente las sabanas y me corrí.
Después de aquello, Sebas comenzó
a subir besando mi cuerpo hasta llegar a mis pechos duros, los que agarraba con
fuerza, lamiéndolos y besándolos con
fruición, chupando mis pezones hinchados, mordisqueándolos y volviendo a chuparlos
y besarlos con suavidad, con sus manos amasaban mis nalgas y mis piernas, yo me
dejaba hacer reclinada hacia atrás con los ojos cerrados solo dejando escapar
leves suspiros que cada vez iban a más, se fue tirando hacia abajo lamiendo
cada centímetro de mi piel hasta llegar a mi entrepierna de nuevo y repitiéndome
lo anterior.
Una vez que me corrí sebas se
levantó a por el condón y yo mientras me ajustaba el pelo, llegó y me monté
encima de él cabalgándole, así estuvimos un buen rato dando toda la pasión posible,
lo hicimos de muchas posturas; de pie, a cuatro patas, el misionero, incluso
hicimos un 69, hasta que ambos llegamos al máximo punto de placer, caímos
rendidos sobre la cama juntos, abrazados y desnudos apoyada sobre el pecho de
Sebas me dormí, y dejé que mis sueños tomarán el poder de mi cuerpo, púes
acababa de tener la mejor de las noches de toda mi vida junto a la persona que
más quería en este mundo, pero aún la noche no había terminado.